Las Giocondas de la Avenida Larrañaga
“Nadie tira contra su padre expresamente puesto en la mira como tal”, es el epígrafe con el que se introduce la relectura de Nin y Capurro del pasaje al acto de Iris Cabezudo (1997, p. 232). Estas palabras de Lacan me acercaron a un comentario de Dalí en el que precisamente realiza una lectura de otro acto al que califica como “la agresión típica de un paranoico” (2005, p. 204). Lo “típico” es tanto lo flagrante como lo desviado de la agresión; ¿contra quién tira Iris? La escena descrita por Dalí gira en torno a un atentado contra el cuadro La Gioconda, mi conjetura es que en la escena de la avenida Larrañaga también se atenta contra un cuadro, un cuadro clínico-pictórico: La Joconde à deux. Esta nominación departe de la folie à deux o locura compartida, constelación delirante que es posible dibujar en el firmamento de la familia Cabezudo-Spósito. Algunos elementos como «la piedra» como material mortífero, el erotismo angustiante del objeto adorado y principalmente la madre como imagen doble (¿retrato especular?) sostienen esta conjetura. No se trata de una conjetura exhaustivamente comprensiva, ni mucho menos explicativa de lo ocurrido en Uruguay de 1935, sino que tratándose especialmente de un cuadro, la cuestión de la perspectiva entra en juego: para algunos Iris dispara a su padre, para otros (quizá simultáneamente) Iris dispara a la personificación de su agresión hacia su madre, para mí, sin descartar del todo las anteriores, se trata de un acto en «ofensa propia».
Versión impresa: Claroscuro Cuadernos de Psicoanálisis, 5, Sismografías de un extravío, 74-83.
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